Receta para hacer una canción

Dame el ritmo de las olas y el aroma del café;
dame el surco del arado y las pecas de tu piel.
Necesito esta mañana empezar una canción,
solo tengo una guitarra y una voz.

Tomaré de las montañas el latido y el dolor;
el silencio de las cumbres, el refugio del pastor.
El favor del nacedero, el milagro de la flor,
el canto del barranquero bajo el sol.

Préstame de tu sonrisa el principio nada más;
un botón de tu camisa y una pizca de azafrán.
Y del lado de la cama donde se hunde tu colchón,
la cadencia, la armonía y el amor.

He seguido los consejos de un anciano pescador;
he buceado entre mil salpas abrazado a la mayor.
Y en el borde de una rama, junto al nido del gorrión,
he entendido… lo sencillo es lo mejor.

Escuchando a la chicharra, esperando al caracol;
descifrando en cada nube lo que un día alguien soñó.
Vaciando mis peceras en el mar de la emoción,
poco a poco, preparando el corazón.

Con la métrica del alma, con la gubia y el cincel;
con lo hallado en las montañas y en los pliegues de la piel.
Al llegar la madrugada he acabado mi canción,
en la noche, todos duermen menos yo.

Dame el ritmo de las olas y el aroma del café;
dame el surco del arado y las pecas de tu piel.
Cuando amanezca mañana quiero hacer otra canción
y sólo tengo una guitarra y una voz.

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