Historia de Lucía Durante años, al final de los conciertos en Madrid y tras cantar la Historia de Lucía la gente se me acercaba a decirme que sabí­an quién era «esa Lucía», que la había conocido viviendo debajo del puente de Cuatro Caminos, que recordaban su figura encorvada y pequeña entre los cartones…

Pero ahora, ya hace tiempo que nadie me pregunta por ella…

El tiempo va pasando y la mayor parte de los recuerdos de aquellos que conocimos se difuminan y quedan en el olvido. Ese mismo destino sufren las cosas y –al igual que Lucía– el puente bajo el que ella vivió tantos días y durmió tantas noches también hoy ha desaparecido. Durante el año 2004 lo desmontaron definitivamente piedra a piedra, haciendo un paso subterráneo para la circulación de los coches, pues era necesario modernizar y adecentar una ciudad que aspira a celebrar unos juegos olímpicos…

Por eso hoy ya casi nadie recuerda a Lucía, la mendiga, la que fue real, la de carne y hueso, la maltratada por el paso indiferente de tantos durante demasiados años…

A veces pienso, que ahora su vida sólo perdura en un puñado de acordes y algunas decenas de palabras que acerté a escribir durante el frío invierno de 1993 poco antes de que los servicios municipales la llevaran a la residencia de Ciempozuelos (Madrid) en donde todaví­a sigue acogida.

Otras, en cambio, me doy cuenta de que Lucía es el símbolo y el signo que nos hizo comprender que, por muy tirada que esté una persona o por mucho que sea su deterioro fí­sico y personal siempre podemos detenernos a su lado, agacharnos, conocer su historia y ayudar a que se levante y pueda volver a caminar.

Lamentablemente en las cunetas de la vida, seguimos encontrando de trecho en trecho, hombres y mujeres caídos, agotados, perdidos, enfermos, desilusionados, sólos… Todos tienen su historia, la mayorí­a con un pasado tormentoso y un presente difícil, pero todos con un futuro aún por escribir.

La indiferencia de los que cada día pasamos a su lado es su peor condena.

Luis Guitarra

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