A las tres de la mañana mi reloj no tiene prisa,
se detiene sin razón y se queda en tu sonrisa.
A las tres de la mañana se han dormido las ciudades,
pese al ritmo y el sabor que destilan ciertos bares.
A las tres de la mañana todo es como si estuviera
esperando una señal para que no amaneciera.
Para que no hubiera sol que intimidara a la luna,
para que nosotros dos resolvamos nuestras dudas.
A las tres de la mañana,
es más fácil ser sincero,
y al decirme que te marchas yo te digo que te quiero…
y de pronto una caricia,
un temblor, un desconcierto
y la noche ensimismada en nuestros cuerpos.
A las tres de la mañana, cuando el borde de tu pelo
se confunde en el color y el misterio de los cielos,
cambia la disposición de algunas constelaciones
y aparecen en su lugar dos pequeños corazones.
A las tres de la mañana,
es más fácil ser sincero,
y al decirme que te marchas yo te digo que te quiero…
y de pronto una caricia,
un temblor un desconcierto
y la noche ensimismada en nuestros cuerpos.
A las tres de la mañana,
es más fácil ser sincero,
y al decirme que te marchas yo te digo que te quiero…
y de pronto una caricia,
un temblor un desconcierto
y la noche ensimismada en nuestros cuerpos.
…a las tres de la mañana,
…a las tres de la mañana.